La literatura en las redes sociales: cómo son las nuevas formas de compartir la lectura

El periodista Daniel Mecca, el escritor Hernán Vanoli, la editora Gabriela Adamo y otros referentes del mundo literario, reflexionaron sobre cómo sus proyectos como la página web «Centro de atención al lector», colaboran a las nuevas circulaciones de los libros

Desde el desarrollo de la web, con la aparición de blogs literarios y fan fictions -ficciones escritas por los fans de telenovelas que se publican en Internet- la circulación de la literatura cambió y adoptó nuevas dinámicas que se ampliaron a partir del surgimiento de redes sociales como Youtube, Instagram y TikTok, que alojaron comunidades que recomiendan libros y comparten sus experiencias de lectura.

En sintonía con este nuevo panorama que cruza la literatura con los espacios digitales surgió el proyecto de Daniel Mecca llamado «Centro de Atención al Lector» y la aplicación móvil «Quo», creada por la cooperativa tecnológica Eryx.

Una vez que la telenovela «Yo soy Betty, la fea» desapareció de la pantalla, sus fans tuvieron la imperiosa necesidad de inventar otros desenlaces posibles para su personaje favorito. Estos escritos fueron publicados en la web sin saber que estaban dando origen a un nuevo género: el fanfiction.

Con una gran afición por la novela romántica, los escritores y escritoras del fanfiction creaban textos rupturistas con las historias oficiales. De esta manera, ponían a girar una serie de universos que ampliaban el conocimiento literario de los navegantes de la web.

Sin embargo, estas escrituras no profesionales basadas en ficciones audiovisuales o novelas no son las únicas producciones que desataron nuevas formas de circular para la literatura. Hoy conviven con aplicaciones móviles como «Wattpad», que conecta a una comunidad de 90 millones de lectores y de escritores alrededor de las historias, «Goodreads», un servicio gratuito que permite encontrar, obtener y compartir los libros que te gustan con otros lectores y permite leer reseñas o «StoryGraph» que tiene como diferencial registrar desafíos de lectura, entre otras.

«La visibilización de la literatura siempre es buena», asegura la editora y traductora Gabriela Adamo . En ese sentido, agrega: «Cualquier lugar y cualquier medio que haya para que se hagan más visibles los libros que existen, para que se les acerquen a los posibles lectores, para que la gente pueda descubrirlos y prestarles atención siempre es bueno, siempre suma. Es verdad que esto lo hace de una manera distinta a lo que se hacía antes con los suplementos culturales o los programas más tradicionalmente culturales, pero para mí, por ese lado solo tenemos para ganar».

En las antípodas de estas reflexiones se encuentra Hernán Vanoli, autor de «El amor por la literatura en tiempos de algoritmos», «Los dueños del futuro» (en colaboración con Alejandro Galliano, Planeta, 2017) y «Pyongyang». «Twitter es un formato muy literario e Instagram, por el contrario, es un formato anti literario. Instagram parte de la premisa de la aniquilación de la palabra, y Twitter de la de su proliferación cuantificada. Eso por un lado. Por otro lado está la idea de usar las redes sociales como vidrieras de lecturas, y ahí si, como sucede con los restaurantes o determinados gadgets puede haber cosas que se ponen de moda. Para mí que algo esté de moda es señal de que no hay que leerlo», señala.

«Goodreads es una red social de escritores fracasados, y creo que es algo digno de celebrarse. Me gustan las reseñas que se postean y su sistema de recomendaciones, aunque no participo como posteador porque no tengo tiempo, ya que como escritor fracasado cumpliría con los requisitos para hacerlo», dice el escritor.

A las diferentes plataformas, se suma la emergencia de un nuevo tipo de usuario: los bookfluencers, que ofician de promotores de lectura en Internet. Tanto en Youtube como en Instagram y recientemente TikTok, los bookfluencers recomiendan libros y llegan a millones de usuarios. Su posicionamiento en redes les ha permitido un contacto cercano con editoriales así como un lugar protagónico en las últimas ediciones de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Por ejemplo, el escritor Cristian Acevedoautor de éxitos literarios juveniles como «Matilde debe morir» y «Matilde decide vivir» vio cómo sus novelas tuvieron un resurgimiento en el 2020 a partir de recomendaciones en TikTok que se volvieron virales y dispararon ventas.

Sucede que en los ámbitos digitales, hay libros que se ponen de moda y la comunidad decide compartir en una misma temporalidad, determinado título. Al respecto, Adamo observa: «Es verdad que se arman conversaciones alrededor de determinados libros pero creo que justamente lo que tienen las redes es tanta versatilidad que pueden convivir muchas conversaciones».

En el universo de bookfluencers, Adamo identifica grupos distintos de lectores. «Si se pone de moda tal libro en tal grupo y otro libro en tal otro grupo, creo que los gestores del libro hemos ganado un montón de espacios». Pero que los espacios de circulación literaria muten no quiere decir que se pierdan. «Hemos perdido los lugares más tradicionales porque los suplementos literarios obviamente no tienen la llegada que tenían, pero hemos ganado un montón de espacios nuevos y un montón de formas mucho más dirigidas de llegarle a los lectores», explica la editora.

Página web «Centro de atención al lector»

Con el fin de crear una comunidad de lectores y lectoras que intercambien información sobre libros, el poeta y gestor cultural Daniel Mecca creó una página web «Centro de atención al lector», libre y gratuita, que funciona a la vez como consultorio literario y revista cultural. este proyecto se enmarca «en una época donde preguntar no tiene tanto valor como dar respuestas. La pregunta es un rasgo de búsqueda del saber, la pregunta es una estética en sí misma, pero a la vez el ‘Centro de Atención Al Lector’ hace de las respuestas una experiencia compartida».

Fuente Telam