Que no te vendan pescado podrido…

LLegó Semana Santa y el consumo de este alimento se refuerza, por eso el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) brinda una serie de consejos para que los compradores reconozcan su frescura en el marco de su campaña Alimentos saludables.

De una manera bien didáctica, el Senasa publicó un video descriptivo en el que se puede observar la diferencia entre un pescado fresco y uno deteriorado, y cómo el paso del tiempo y las malas condiciones de conservación influye sobre sus condiciones organolépticas.

Las recomendaciones que le acercan a los consumidores son:

 Aspecto de la piel: los colores deben ser vivos, tornasolados y sin decoloración. Es decir, no deben ser apagados y sin brillo

 Aspecto de los ojos: deben estar sobresalientes, brillosos y con la pupila negra. No deben verse hundidos, grises o lechosos.

 Aspecto de la carne: debe ser firme, translúcida, muy elástica y de superficie lisa. Es decir, ni flácida, ni opaca, rugosa.

Tips en la pescadería

 La pescadería debe estar limpia: el agua de deshielo de las mesadas debe escurrir correctamente y el local no debe tener olores desagradables.

 El pescado fresco no tiene el típico “olor a pescado”. Un producto con olor a amoníaco ya ha iniciado su proceso de descomposición.

 Los pescados enteros deben estar rodeados por escamas de pescado y no amontonados.

 En el traslado hasta tu casa es preferente usar conservadoras.

 La mejor manera de conservar los pescados en la heladera es en envases cerrados que eviten la transmisión del olor al resto de los productos, y ubicarlo en los estantes más bajos disponibles.

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