En La Esperanza, Santa Cruz, Roberto Beherán se enfrenta a la decisión de trasladar decenas de animales para salvarlos del impacto del fenómeno climático
EL CALAFATE.- “Hasta ahora vimos pocas ovejas muertas, pero creo que, si esto no afloja, va a haber una mortandad importante”, advierte con preocupación Roberto Beherán, de la estancia y cabaña La Vanguardia. En las próximas horas decidirá si toma una medida drástica y empieza a sacar de a poco 150 ovejas -sobre 1500- y las traslada en su carro a otro campo sin nieve: para lograrlo deberá recorrer 100 kilómetros y le demandará varios viajes.
Su estancia queda a 20 kilómetros de La Esperanza, un caserío en el que viven poco más de 30 personas pero es el punto neurálgico de colectivos, camiones y lugareños que se reúnen en torno a la estación de servicio y el parador para compartir datos, aprovechar Internet y pasar la información del día. Allí confluyen la ruta nacional 40 y la provincial 5: al sur, en la zona de Tapi Aike está uno de los focos más crudos del invierno.
Beherán vive en el campo, es cuarta generación de productores, contó con orgullo en la voz. Desde que en mayo pasado empezó a nevar no hay feriados, ni días de descanso en el campo santacruceño. Al igual que sus colegas productores también siente que están corriendo una carrera contrarreloj.
En las últimas horas circularon unas imágenes de drone con el arreo de ovejas. Son suyas. Las imágenes las filmó su hijo, Alejandro, de 24 años, que desde los 17 trabaja con él codo a codo en el campo. El joven es diestro para operar tanto el drone con el que captaron el arreo como para manejar el Unimog que adquirieron hace unos años para trabajar en el invierno.
“Pudimos traer 400 ovejas que habían quedado encerradas por la nieve en el fondo de un campo, había un voladero de tres metros, no las podíamos bajar, hicimos varios caminos con los carriers y con esa ayuda pudimos bajarlas, llevaban 25 días sin comer”, detalló el productor, que aseguró: “La oveja es muy noble, estaban debilitadas, pero pudimos sacarlas a un lugar para darles comida”.
Llegar donde se encontraban 400 ovejas les llevó dos días, avanzaban 1500 metros por día. El carrier abría el camino y entre los peones a caballo y los perros empezaron a bajar las ovejas. Beherán tiene puesteros y cuenta con una extraña ventaja en la Patagonia profunda: contar con señal de Internet. Gracias a las empresas petroleras de los alrededores, tienen antena y señal de internet.
“Cuando el puestero ubicó las ovejas, nos pasaron la ubicación y pudimos abrir camino para sacarlas”, dijo el productor. Debilitadas, lograron arriarlas 5 km para poder alimentarlas. Reunió a la mayoría de sus 5000 ovejas en un sector donde tiene agua y pueden acercarles pasto a diario. Aún no juntó a todas las ovejas: sabe que aún algunas faltan mientras sus puesteros avanzan a caballo “con la nieve hasta la panza”. La marcha es muy lenta, los caballos avanzan dos kilómetros, se detienen, y siguen la marcha. Vuelven por la misma huella.
FUENTE : LA NACION
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